El autrocontrol es la capacidad consciente que tiene una persona para regular sus conductas, pensamientos y emociones. Este autocontrol puede referirse a cuestiones como no caer en tentaciones, cumplir con lo que hay que hacer o tener presente objetivos a largo plazo y trabajar poco a poco en ello.

 

 

Es una habilidad que se pone en marcha cuando aparece un impulso. Es decir, cuando la persona experimenta la necesidad de tener que hacer alguna acción en concreto. Se trata de una respuesta muy emocional que, gracias al autocontrol, la persona es capaz de regular.  Pero, ¿qué ocurre cuando existe un problema de autocontrol? En estos casos puede desarrollarse algún Trastorno de control de impulsos.

 

¿Qué es el Trastorno de control de impulsos?

El Trastorno de control de impulsos se caracteriza por la gran dificultad para resistirse a los impulsos debido a una falta de autocontrol. La persona que sufre este problema siente que le resulta casi imposible controlarse en ese momento. Esto supone un gran problema ya que puede llegar a realizar conductas que son perjudiciales para ella o para su entorno más cercano. Suele asociarse a emociones como la ira.

 

Síntomas más frecuentes del Trastorno de control de impulsos

La realización de estas conductas impulsivas conlleva un alivio inmediato de la tensión física que experimenta. Tras este alivio, es frecuente que la persona sienta culpa o tenga remordimientos por la conducta realizada, prometiéndose a sí mismo y a los demás que no lo volverá a hacer.

 

¿Existen diferentes tipos del Trastorno de control de impulsos?

El Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM-V) diferencia los siguientes tipos de Trastorno de control de impulsos:

Consiste en un patrón de enfado, irritabilidad, discusiones frecuentes y actitud desafiante que suele iniciarse en la infancia o adolescencia.

Existe una falta de respeto hacia los derechos básicos de los demás y hacia las normas sociales establecidas.

 Arrebatos de ira desproporcionados con la situación que lleva a la persona a realizar conductas agresivas. Estas agresiones pueden ser verbales o físicas contra objetos, animales e, incluso, personas.

Provocación de incendios de manera deliberada. Suele presentarse excitación o interés por el fuego y sienten alivio o placer tras haber provocado el incendio.

La persona roba objetos que no son necesarios o que no son de valor. Se trata de un fracaso en la resistencia del impulso de robar, sintiendo alivio o gratificación tras haberlo realizado.

Otros problemas relacionados con la falta de autocontrol

Además de los señalados anteriormente, existe otros problemas psicológicos que se relacionan con la falta de control de impulsos.

Onicofagia

Comerse las uñas de manera impulsiva como forma de reducir el estrés o la ansiedad.

Ludopatía

Problemas con el juego debido a no poder resistir el impulso de jugar. A pesar de las consecuencias económicas, laborales y familiares que conlleva, la persona no es capaz de resistirse a dicho impulso.

Compras compulsivas

La persona experimenta una necesidad y urgencia irrefrenable por realizar compras. Al igual que ocurre con la ludopatía, experimentan un placer inmediato, sin embargo, posteriormente tienen grandes consecuencias negativas en su vida, especialmente en la esfera económica.

Tricotilomanía

Conducta impulsiva de arrancarse el pelo. A pesar de que ello provoque una gran pérdida del cabello, la persona no es capaz de dejar de hacerlo.

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