¿Por qué nos aferramos a relaciones tóxicas?
Hasta hace poco hemos considerado como principales adicciones de nuestro siglo las drogas, ludopatía, alcoholismo, con sus derivados problemas complejos de salud, dependencias, ansiedad, trastornos personales y relacionales. Cuando la dependencia que causa estos trastornos y daños es la emocional hablamos de “apego tóxico” . En este tipo de relaciones destructivas o tóxicas se causa malestar, daño con conductas desequilibradas, incluso extremas y pasionales en el caso de las relaciones de pareja.
Cuando sufrimos este tipo de adicción estamos tan inmersos en esta que la mayoría de las veces ni siquiera somos conscientes de estar recibiendo abuso de la otra persona. Además, esa dependencia emocional que produce no facilita salir de la misma, es más, la baja autoestima puede provocar una recaída en esta o en otra relación con patrones muy semejantes.
Romper ese patrón dependerá también del tipo de necesidades y carencias que nos hayan generado a lo largo de nuestra su vida, si somos conscientes o no de ellas y sí las sabemos diferenciar del “deseo” y la “preferencia” (no te necesito en vida, te prefiero). Además en qué grado queremos estas conexiones erótico afectivas y amorosas, que a su vez nos hace más vulnerables por llevarnos a nuestras inseguridades más profundas.
7 EXPERIENCIAS PROPIAS DE RELACIONES TÓXICAS Y APEGO EXCESIVO:
- Miedo desmesurado a perder al ser amado y obsesión por él
- Demandas permanentes del uno al otro.
- Sentir que el otro es quien lo completa, pero si se distancia se vive con desamor.
- La madurez emocional se identifica como falta de interés e indiferencia.
- Sumisión y obediencia sin cuestionar nada, parecer tener que rendirse al otro para conservarlo.
- No importa la calidad sexual, hay sexualidad y pasión desmedidas.
- Falta de igualdad y libertad, lo que derivará en celos, posesión, deterioro mutuo y hasta violencia.
¿Qué aprende nuestro cerebro cuando experimenta estas relaciones?
La explicación psicológica de por qué nos volvemos adictos a estas relaciones tóxicas la tiene el mecanismo de recompensa de nuestro cerebro, que se encarga de generar la sensación de placer en nuestro organismo mediante los estímulos y/o acciones recibidas.
Cuando sufrimos dependencia emocional nos enganchamos a esa sensación con quien nos ha hecho sentir bien y querido en algún momento, ya que tenemos ciertas carencias afectivas, seguramente del pasado. Al no poder proporcionarnos ese amor propio y autocuidado, buscamos y hasta exigimos que sea otro quien nos los dé. Es aquí cuando empezamos a conformarnos con las «migajas» de amor que los demás nos ofrecen y comienzan los conflictos.
La memoria procedimental también cumple aquí su función, ya que es la encargada de las habilidades motoras aprendidas que nos permiten interactuar con el medio (por ejemplo, conducir, escribir, montar en bicicleta, etc.). En este tipo de relaciones de dependencia, hace que no se cese en la búsqueda de estas sensaciones y patrones instalados y no sepamos hacerlo de otro modo, siendo incapaces de gestionar nuestras emociones fuera de los comportamientos malsanos.
Otros componentes:
- Baja autoestima resultante de otra relación tóxica previa con ex pareja, familia, amistades, trabajo… Sí ésta se genera en la infancia, etapa en la que se desarrolla la personalidad, marcará el modo de afrontar el futuro. Muchas personas con el trauma de apego buscarán perfiles que se asemejen a quien lo originó, cualquier mínima muestra de cariño será suficiente, ya que buscan el amor a toda costa con tal de recibir afecto.
- Maltrato psicológico en el que uno de los dos queda vulnerable
- «La culpa» atribuida como propia y que es resultante de los dos componentes anteriores.
Ahora que sabes algo más sobre cómo funcionan las relaciones tóxicas, si quieres seguir indagando, comprendiendo, y empezar a tener relaciones sanas que sí favorezcan esa riqueza y satisfacción personal, nuestra psicóloga especialista Lola Sánchez te ayudará en nuestro gabinete Nuevamente Psicólogos Málaga.