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7 Pautas para fomentar la tolerancia a la frustración en niños y adolescentes

¿Alguna vez te has propuesto algo importante que no has conseguido? ¿Te has ilusionado y al final las cosas no han sido lo que esperabas? ¿Te marcas una expectativas demasiado altas y te sientes mal por no cumplirlas? Si has respondido que sí, es que en algún momento has sentido la frustración. 

¿Qué es la frustración?

La frustración se trata de una respuesta emocional con componentes de ira y tristeza que se produce al no conseguir aquellos objetivos, deseos o necesidades que se habían marcado. Surge de la diferencia entre la expectativa y la realidad.

En este artículo del blog de Nuevamente Psicólogos nuestra Psicóloga especialista Lucía Ferrer expone la importancia del manejo de la frustración en la infancia y adolescencia.  Además, propone una serie de pautas dirigidas a los padres para ayudar a su hijos en el desarrollo de la tolerancia a la frustración y que de este modo les permita enfrentarse de manera adecuada a las dificultades que se presentarán en la edad adulta.

¿Por qué es importante fomentar la tolerancia a la frustración?

En la primera infancia y como parte de esa etapa evolutiva, aparece el egocentrismo, la necesidad de satisfacción inmediata. No poseen la capacidad para esperar, ni manejo del tiempo como tampoco tienen desarrollada la empatía. Los niños empiezan a explorar el mundo, a querer un poco más de autonomía y a querer cumplir sus deseos más inmediatos. En el descubrimiento de esa realidad que les rodea empiezan a ser conscientes de que no todo aquello que quieren lo consiguen y aparecen las rabietas. Es en ese instante es cuando los padres deben validar esas emociones que sienten y enseñarles a tolerar la frustración. 

Experimentar la frustración, tener rabietas y llorar es necesario para el correcto ajuste emocional del ser humano en la edad adulta. Evitarlo mediante la sobreprotección y accediendo a sus deseos, impide el desarrollo de estrategias adecuadas para una buena gestión emocional ante situaciones adversas y conduce a problemas de autoestima.

Por esta razón, mientras que en la primera infancia estas respuestas son adaptativas y necesarias, en las siguientes etapas evolutivas hasta la adolescencia, si no han sido bien gestionadas se transformarán en respuestas agresivas, desadaptativas. El egocentrismo se mantendrá en el tiempo apareciendo la tiranía, la agresividad, la no aceptación de errores, la falta de autocontrol y con ello una mayor confrontación con familiares y sus iguales.

¿Cómo aumentar la tolerancia a la frustración?

La frustración forma parte de la vida y es inevitable experimentarla en diferentes momentos, por lo que se debe aprender a cómo gestionarla de manera adecuada en el momento en el que se presente. 

Aunque lo ideal, como se ha desarrollado anteriormente, es aprenderlo en la primera infancia, no siempre se puede y nunca es demasiado tarde para aprender las pautas necesarias para gestionar estas emociones desagradables con los hijos y así ayudarles en el camino del aprendizaje hacia la tolerancia a la frustración. A continuación, se describirán una serie de pautas que facilitarán este proceso. 

7 pautas para aumentarla

  1. Entender los errores como aprendizajes. Hacerles entender que un error o no alcanzar un objetivo deseado no es un fracaso. Es una oportunidad para reflexionar, para aprender sobre la toma de decisiones, aceptar la situación y buscar soluciones.
  2. Plantear objetivos realistas. Cuando los objetivos son difíciles de alcanzar la sensación de ira, tristeza y decepción aumenta. Ayudarles a establecer objetivos que se ajusten más a las posibilidades de cada uno para mejorar la motivación hacia nuevos propósitos, aumentar las probabilidades de éxito, la satisfacción personal y como tal, la autoestima. 
  3. Firmeza. Si los padres establecen una serie de normas, límites o consecuencias deben mantenerse independientemente de los deseos del menor. Siempre que éstas estén ajustadas y sean proporcionadas.
  4. Valorar el esfuerzo. Educarles en que la importancia no es siempre el resultado, sino el camino, el aprendizaje, el esfuerzo y la capacidad de superación ante las diferentes dificultades.
  5. Ser asertivos. Mostrar empatía, validar sus emociones, ayudarles a identificar emociones, a tolerar un “no” por respuesta, a aceptar diferentes puntos de vista y a fomentar el respeto entre unos y otros.
  6. Modelos de conducta. Los padres son los primeros referentes de los hijos, por lo que hay que intentar ser congruente entre lo que se enseña y el comportamiento que ellos observan en la convivencia del hogar.
  7. Acudir a un profesional. A veces la situación se mantiene en el tiempo o empeora en uno o más ámbitos de la vida del menor, como el familiar, académico o social viéndose afectados de manera significativa. En estos casos se recomienda acudir a un profesional especializado.

En Nuevamente Psicólogos contamos con Psicólogos especializados que valorarán cada caso específico para aplicar la intervención más adecuada, trabajando juntamente con el menor y los padres de una manera eficaz.

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